Entre ella y él había una distancia
inmensa, tan gigantesca como el área que divide un polo del otro, ella, ubicada
en una orilla de la cama, él en la otra.
Las manos impacientes, pero ellas
obedecían al orgullo del corazón y a la sensatez del cerebro; conciliar el
sueño se tornaba difícil pues la distancia estaba acompañada de mil
pensamientos, unos buenos, otros malos, cada uno de ellos marcaba aún más esa
distancia.Sin embargo, en esa distancia y en la
parte inferior de la cama posaban las patas,
cuatro en total, unas talla 37, las otras, 39¡, no sé a ciencia cierta si es que la parte inferior
de la cama es más corta, o si las patas no obedecen al corazón y al
cerebro, lo realmente insólito, es que
una 39 rozo la 37, en principio un roce, un roce leve, algo así como un dedo
tocando la planta, vino una caricia para finalmente lograr que las cuatro patas
iniciaran un ritual de profunda calidez; las patas lograron hacer ellos dieran
vuelta, que una mano buscara la otra, que la mano de ella se posara en el
rostro de él, y la mano de él en su cadera.. Y Así fue como las patas lograron
que dos polos rindieran tributo al amor, y en la mañana, un beso fuera el
inicio, el compartir un desayuno el más lindo ritual y un abrazo marcara un
nuevo comienzo.
¿Quién controla las patas?