A propósito de los politiqueros, ¡hay les va una bonita burla! (Columna de opinión escrita en septiembre 3 de 2009), NO PIERDE VIGENCIA…
Enlace al archivo del diario El Tiempo, columna originalmente públicada: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-6014815
Se las reconoce por callar los problemas de sus gentes los años que creemos están en el Congreso, Asamblea, Concejos o Alcaldias, es decir, su canto sólo se escucha cuando vuelven a provincia por votos; dicho canto se conoce como bla bla bla...
En épocas electorales es fácil su avistamiento, suelen posarse en las copas de las tarimas de pueblo, que es donde mejor recobran su canto. Por el canto es fácil ubicarlas, dado que el sonido es el mismo de siempre, es decir, promesas, promesas y promesas, de los mismos problemas que ellos ya conocían.
En su canto no se reconoce la entrega de informes de gestión, y lo poco que muestran son partidas de dinero que consiguen para arreglar pocas vías, teniendo en cuenta que lo más posible es que la vía conduce hacia un predio de un líder que es quien le va a poner la votación para salir de nuevo elegido.
Por esta época es manso y un tanto cariñoso, reparte besos y abrazos a diestra y siniestra: Luego de ser elegido y sin saber para qué está, se vuelve tímido, un tanto agresivo y lo peor de todo, le da amnesia, se le olvida todo, incluso, vota la agenda donde plasmó los compromisos, o mejor, las esperanzas que se llevó del pueblo.
La semilla que los alimenta se llama votos. Este alimento los mantiene gordos por más o menos el periodo legislativo, las semillas son arrojadas por el pueblo, que creyendo que habrá beneficio mutuo, vuelve a depositar confianza.
En los municipios de Cundinamarca las aves suelen ser las mismas, o por lo menos ello se ha visto en las ultimas décadas, provienen de las mismas regiones de siempre y ni siquiera llevan desarrollo a ellas, ahora que pensar de regiones como la del Rionegro donde lo único que han hecho es comer semillitas y de vuelta para la región, nada de nada.
De lo anterior dan fe el abandono en vías, familias sin servicios públicos, mala calidad y cobertura en salud y educación, desempleo, más y más.
Bueno, en cuanto a qué hacer con las semillas, dejemos una línea abierta al pensamiento y que sean los problemas los que decidan si las entregamos a conciencia.
Héctor A. Delgado Triana Economista y miembro de la Unión Iberoamericana de Municipalistas (UIM)